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RECTIFIQUEMOS

jueves, noviembre 03, 2005

El Muro de Berlín - La Moraleja

Publicado en Nov 9
con el tit. "La moraleja del muro"
El Nuevo Herald

El 9 de Noviembre se conmemora la demolición del Muro de Berlín, vergonzoso símbolo que dividió dolorosamente a las familias, tristemente a los pueblos y trágicamente a la humanidad.

La destrucción del murallón debería ser una fiesta de la humanidad, una fiesta de la re-unificación, una fiesta de la paz, “…la canción de un nuevo día en que los hombres volverán a ser hermanos”, pero ha resultado distinto, en vez de enterrar una época oscura de división, de miserias e iniquidades, se ha querido continuar y como epilogo hemos decidido ver su derribamiento como el triunfo de uno de los actores de la tragedia que sobrevivimos, a pesar de que no hubo vencidos, y no, como el principio del final de la era de la separación, de la discriminación, del favoritismo, de las ideologías que dividieron y desestabilizaron el planeta, que implantaron un equilibrio inestable basado en las armas y el terror, hasta llegar a lo que es hoy: un desequilibrio globalizado donde el terrorismo, la delincuencia internacional y las rebeliones populares hacen de nuestro presente un verdadero infierno.

Los males de hoy son los resultados de las maldades y travesuras que se hicieron los dos titanes ideológicos del ayer, del uso interesado y ególatra de los recursos de que disponía la humanidad para vivir, de sus prioridades y metas, y sobre todo de sus métodos para conseguirlas.

Ambas tendencias coincidían en favorecer a sectores diferentes de la sociedad, nunca a la sociedad en su totalidad, creando de esta forma una división negativa y conflictiva dentro y fuera de las naciones.

Crearon élites cada vez más separadas del cuerpo social, detentadoras de privilegios y niveles de vida desproporcionados con relación a los de sus pueblos, implantando una nueva clase de señores feudales mucho más numerosa que en el pasado, una clase que se les llamó ejecutivos y directores, administradores que ostentan estilos de vidas fastuosos, muy superiores a los de los que se suponían dueños, ya se llamaran proletariado o accionistas.

Ambas tendencias se atribuyeron a si mismas la capacidad exclusiva de construir un mejor futuro y ese futuro llegó, es hoy.

Ambas tendencias le rendían un amoral culto a lo material y compartieron la disposición de sacrificar la vida humana para favorecer sus propias soluciones.

La opinión, deseo o necesidades de la mayoría humana era despreciada si no favorecían sus líneas programáticas.

Las dos tuvieron aspiraciones de dominio mundial y para lograrlo manipularon la verdad a su antojo e interés.

Percibieron la naturaleza como un enemigo a ser subyugado, algo que debe ser parcelado, procesado y comercializado con tal de aumentar el PBI, con los resultados que estamos sintiendo hoy.

El odio contra los revolucionarios era solo comparable con el que merecían los contrarrevolucionarios, manipularon la población vía las pasiones más bajas.

En una, los propietarios de los medios de producción detentan el poder y en la otra, los detentadores del poder son los propietarios.

Las dos tendencias se creyeron poseedoras de la verdad última y más conveniente para el pueblo y su futuro, las dos juegan al Hermano Mayor con diferentes uniformes.

En conclusión, la guerra ideológica ha llevado el mundo a la encrucijada actual y es necesario reorientar nuestro presente para tratar de alcanzar un futuro diferente al que todos vemos arribar. Es necesario cambiar los modelos de pensamientos que las ideologías lograron hacernos ver como naturales e inevitables, sin un cambio de conciencia no podremos cambiar el curso de los acontecimientos.

Vamos a tener que aceptar, como premisa básica, que el ser humano es el más alto nivel de evolución planetaria y por tanto el valor máximo, nada puede tener más valor que el humano y por ende nada fuera de él mismo, puede aumentar su valor o importancia, incluyendo el dinero que es su propia creación.

Vamos a tener que aceptar, que para lograr la paz y la estabilidad en el planeta es necesario que nos veamos como raza humana, con un destino compartido irremediablemente y que para que ese destino sea de paz y bondad, se hace necesario que todos los seres humanos puedan vivir como lo que son, como humanos, en diferentes niveles de desarrollo, pero en condiciones en las que su actividad normal y propia les permita una vida con toda la dignidad natural a su condición.

Vamos a tener que aceptar además, que toda la raza humana pertenece al reino de la naturaleza, al igual que los demás seres, que la vida es una sola corriente de energía todavía no bien comprendida y que ésta corriente de energía fluye y anima por igual a los demás seres vivientes y que todos juntos formamos parte de la vida del planeta.

Tendremos que renunciar a una cantidad de estupideces irrazonables que han creado los diferentes muros, separación y estrés, que han confundido la calidad de vida con el nivel de vida, que han llevado a nuestros niños a la soledad y al abandono que los conduce a la delincuencia, al crimen y al suicidio, en fin, tenemos que volver a ser humanos sin las falsas verdades que las ideologías impusieron en nuestras vidas..

Esta debió ser la moraleja del derribo del Muro de Berlín.

3 comentarios:

  1. Excelente trabajo y reflexión. Hay mucho para aprender y uno de los aprendizajes es que estamos muy atrasados en la escala de ser el más alto nivel en la evolución planetaria, al menos en el comportamiento humano y moral. Luis Dallanegra Pedraza

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  2. Muy interesante ... nos reta a meditar..
    Hay mucha tela que cortar en el mundo que nos tocó vivir,,, filosoficamente hablando... del populismo al caudillismo a las dictaduras, hay un corto paso, y al final lo que se logra es totalitarismo y con ello, las nefastas consecuencias.

    ex preso plítico
    exiliado cubano

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  3. Realmente es asi, el muro hecho de concreto no era mas mas un reflejo de las ideas de los tantos que aun sostienen los conceptos clasistas y separatistas humanos, que nos degeneran para convertirnos en seres insensibles ausentes de solidaridad y amor por nuestros iguales.

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