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Imponente la inauguración de los juegos olímpicos en China. Espectáculo nunca visto y probablemente no se vuelva a ver por el derroche de recursos, ingenio, talento y organización con que, en presencia de los poderosos del planeta, se ofició la presentación en sociedad de China, su dictadura y su antiquísima civilización.
En ese soberbio evento pude ver varios mensajes entre líneas: el primero y más obvio fue “China puede” y pudiera ser la demostración orgullosa de quien ha logrado una meta o su afirmación de poder y capacidad para su ubicación permanente entre los grandes. Ciertamente lograron un gran desarrollo en solo medio siglo, pero gracias a que los norteamericanos mudaran mucha de su infraestructura productiva hacia el continente amarillo, desarticulando así el bienestar y la fuerza de su propio país y eso también es irrepetible en la historia. Casos y cosas.
Otro mensaje mucho más inquietante proviene de quienes, en un raro acuerdo, le facilitaron a China tan magnífico escenario. Me parece que están publicitando los logros económicos de una no democracia y se pudiera interpretar como una coincidencia de ambos extremos ideológicos. Mientras los políticos se distraen y distraen a todos en sus reafirmaciones emocionales del juego ideológico, ambos extremos se acercan en la reducción de los derechos democráticos. ¿No es China el ejemplo a imitar que todos promocionan? ¿Aceptarían unos la propiedad privada y los otros la dictadura? ¿Será esa la síntesis del nuevo orden económico internacional?
Se está haciendo obvio que fuera de la vieja retórica de enfrentamientos, los gobiernos de ambos extremos ahora coinciden por lo menos en tres puntos con diferentes intensidades: la reducción de los derechos ciudadanos, el crecimiento económico como único objetivo y el encumbramiento de incultos e ignorantes a las posiciones de dirección.
Ante esta posible realidad pudiéramos tener dos opciones: reflexionar sobre la posibilidad de que la república esté dando señales de agotamiento y entonces deberíamos pensar ¿Con qué la vamos a sustituir?, ¿a quien preferimos como dictador? o, comenzar a organizar el relanzamiento del sistema republicano sin el cual la democracia no existiría, pero para ello es preciso librarnos de la ceguera ideológica que nos reduce a tontos útiles de derecha o izquierda, tontos que luchan, respaldan y eligen por la sola razón de que no ganen los contrarios, y eso ni es sensato, ni ayuda al futuro de la especie.
Si no tomamos cartas en este asunto, lo que ahora nos parece abuso se convertirá en sistema.
Víctor Ml. Caamaño
En ese soberbio evento pude ver varios mensajes entre líneas: el primero y más obvio fue “China puede” y pudiera ser la demostración orgullosa de quien ha logrado una meta o su afirmación de poder y capacidad para su ubicación permanente entre los grandes. Ciertamente lograron un gran desarrollo en solo medio siglo, pero gracias a que los norteamericanos mudaran mucha de su infraestructura productiva hacia el continente amarillo, desarticulando así el bienestar y la fuerza de su propio país y eso también es irrepetible en la historia. Casos y cosas.
Otro mensaje mucho más inquietante proviene de quienes, en un raro acuerdo, le facilitaron a China tan magnífico escenario. Me parece que están publicitando los logros económicos de una no democracia y se pudiera interpretar como una coincidencia de ambos extremos ideológicos. Mientras los políticos se distraen y distraen a todos en sus reafirmaciones emocionales del juego ideológico, ambos extremos se acercan en la reducción de los derechos democráticos. ¿No es China el ejemplo a imitar que todos promocionan? ¿Aceptarían unos la propiedad privada y los otros la dictadura? ¿Será esa la síntesis del nuevo orden económico internacional?
Se está haciendo obvio que fuera de la vieja retórica de enfrentamientos, los gobiernos de ambos extremos ahora coinciden por lo menos en tres puntos con diferentes intensidades: la reducción de los derechos ciudadanos, el crecimiento económico como único objetivo y el encumbramiento de incultos e ignorantes a las posiciones de dirección.
Ante esta posible realidad pudiéramos tener dos opciones: reflexionar sobre la posibilidad de que la república esté dando señales de agotamiento y entonces deberíamos pensar ¿Con qué la vamos a sustituir?, ¿a quien preferimos como dictador? o, comenzar a organizar el relanzamiento del sistema republicano sin el cual la democracia no existiría, pero para ello es preciso librarnos de la ceguera ideológica que nos reduce a tontos útiles de derecha o izquierda, tontos que luchan, respaldan y eligen por la sola razón de que no ganen los contrarios, y eso ni es sensato, ni ayuda al futuro de la especie.
Si no tomamos cartas en este asunto, lo que ahora nos parece abuso se convertirá en sistema.
Víctor Ml. Caamaño
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Muy acertada tu afirmacion Victor, es muy preocupante lo que dices, y eso de votar en contra de algun candidato por que es el contrario es una terrible realidad, cuanta ignorancia hay en la gente ordinaria, como lo manipulan, lo que me da pena es que hay personas que lo saben pero siguen la linea de su parcela sin importar el daño que le hiciera a su pais.....
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