¿Con quien coincidimos?

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A mediados de los 80’s, muchos periódicos del mundo publicaron que una empresa comercial había ofrecido un porcentaje de sus beneficios a las iglesias satánicas, buscaba sus “bendiciones o más bien maldiciones” y magnificar así sus ventas, incluso le habían agregado a sus productos un logo comercial nuevo que representaba el “666”.

Un conocido buscó uno de esos productos y comprobó que el logo había sido agregado y me dijo que nunca volvería a usar esos productos, porque era necesario escoger un bando moral y había que ser cotidianamente consecuente al bando escogido, por aquello de que, cuando coincidas con tu enemigo debes revisarte.

Ese viejo recuerdo viene a mi memoria cuando he visto al Gobierno Federal norteamericano coincidiendo con el Ku Klux Klan respecto a los inmigrantes y esta increíble coincidencia me lleva a generalizar la pregunta: ¿Con quien estamos coincidiendo?

Si “por sus frutos los conoceréis”, sentencia llena de sabiduría y divinizada por el mártir del Gólgota habla pésimamente de nosotros y del futuro que estamos construyendo, con la farsa justificación de que es para nuestros hijos. Nuestros hijos hoy están delinquiendo y suicidándose sin que reconsideremos los cambios ya realizados bajo las excusas de “moda” y “modernismo” y que producen tan desgarradores resultados. El futuro que construimos para nuestros hijos es un futuro brumoso basado en silencios cómplices, pagados con conveniencias fugaces.

Justificamos con nuestro silencio la tortura para algunos y como nuestros algunos son diferentes, justificamos la tortura simple y llanamente, aunque aun nos repugnen las crudas fotos de ésta.

No avalamos con nuestra firma el economizar con la eliminación física de los incapacitados, pero mantenemos silencio cuando le retiran las ayudas para subsistir.

Rasgamos nuestras vestiduras ante la atroz limpieza étnica realizada por los nazis, pero miramos a otro lado con las que ejecutan hoy diversos ejércitos, o por el hambre y enfermedad de los que no consideramos “nosotros”.

Condenamos indignados la esclavitud y prostitución de niños y mujeres, pero con nuestros estilos de vida y derroches creamos las condiciones que las causan y de vez en cuando, muchos las disfrutamos calladamente.

Hemos sustituido lo justo por lo legal, felicidad por bienestar, padres por proveedores, amor por sexo, verdad por conveniencia, Dios por riqueza, egoísmo por individualismo, religión por negocio, poder por corrupción, venganza por justicia, estupidez por pragmatismo y principios por beneficios. Todo se está destruyendo por nuestra tendencia de adorar la banalidad, hasta las iglesias se están derrumbando.

Nuestro bando moral se define por nuestros actos y frutos, no por nuestras palabras. ¿Con quien estamos coincidiendo?

Víctor Ml. Caamaño